Toda masa que aparece en la piel debe ser investigada para saber a qué nos enfrentamos. El método más sencillo para ello es realizar una citología mediante aspiración con aguja fina y obtener una muestra de células para su estudio al microscopio. Es un procedimiento prácticamente indoloro para el animal y que raramente requiere aplicar sedación o anestesia. La citología así estudiada puede darnos gran cantidad de información y permitirnos diferenciar si el proceso es inflamatorio o tumoral, y en este caso informarnos sobre la malignidad o benignidad del mismo.
Como ejemplo, el diagnóstico citológico de un Fibrosarcoma felino. Esta es una tumoración maligna muy invasiva localmente, que puede aparecer en gatos con predisposición genética a esta neoplasia. La extirpación del mismo requiere cirugías agresivas, en el sentido de eliminar la masa tumoral con márgenes de seguridad (tejido sano alrededor del tumor) muy amplios. La tumoración puede aparecer en zonas donde previamente se ha producido un proceso inflamatorio (inyección, traumatismo). Se pueden y se deben adoptar medidas preventivas para reducir la probabilidad de su aparición. En nuestro centro tratamos de reducir al mínimo el número de inyecciones aplicadas a los gatos. Además utilizamos agujas de bajo calibre que produzcan el menor traumatismo posible sobre la piel, cambiamos la aguja de forma que no se pinche el vial del fármaco y al animal con la misma y utilizamos la vacuna que estadísticamente se relaciona con una menor inflamación en el punto de aplicación.
Otro ejemplo, en este caso en el perro, es el del Tumor de células hepatoides. Son tumoraciones que se presentan en forma de bultos de diferente tamaño en el ano (aunque pueden aparecer en otras zonas del cuerpo) sobre todo en perros machos no esterilizados. Aunque suelen ser benignos tienden a crecer y ulcerarse, produciendo grandes molestias y frecuentes infecciones por contaminación fecal. La citología en este caso nos permite realizar fácilmente diagnósticos en etapas tempranas del proceso. En muchas ocasiones para solucionar el problema es suficiente con esterilizar al animal y el crecimiento tumoral se detiene, debido a que las hormonas producidas por el testículo (testosterona) estimulan de manera determinante el crecimiento de la masa.